martes, 4 de enero de 2011

La máxima de mi vida

Ya era hora de encontrarle sentido a mis actos. ¿Por qué dar un apretón de manos con la derecha?, ¿Por qué comer 12 uvas en el cambio de año?, ¿Por qué debía ser yo quien empezara el cortejo? Estas preguntas y muchas más hacían parte de la lista de acciones que realizábamos porque sí. Tomé entonces la determinación de estudiar cada comportamiento de forma individual para averiguar sus orígenes y su finalidad. No me sentía bien realizando acciones de forma mecánica, actuando de forma racional dudé de la necesidad de realizar cada acto en determinado momento llevado por la curiosidad para saber hipotéticamente qué pasaría.

Resultado: La mayoría de nuestros actos los realizamos inconscientes, pero hacen parte de los códigos y costumbres pertenecientes a determinado grupo social. Como tal, su relevancia no es más que la aceptación del grupo a cualquier persona como perteneciente a este.

Fito.

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