De entre los innumerables traumas psicológicos de mi niñez que plasmaré en este blog, ahora quiero hablar de uno en particular.
Hace años en la TV pasaban un programa donde al final el mayordomo de la familia escribía un resumen del día en su diario. Ese tipo me inspiró a mi temprana edad, “¿Qué tal escribir y documentar todo lo que suceda en mis días?, así tendré la posibilidad de leer todo lo que ha sucedido en ella con lujo de detalles”. Yo me imaginaba con pluma en mano, frasco de tinta lleno, pijama con gorrito y lamparita de mesa, escribiendo todas las noches los pormenores de mi corta existencia, sin saber que escribir era una manera eficaz de subliminar las emociones más intimas de las experiencias dolorosas y también gratificantes.
Cuando dije: “Cuando sea grande voy a tener un diario para escribir todo lo que me pase, todos lo días”, me respondieron así de seco: “No lo vas a hacer, cuando uno está pequeño se inventa un mundo de fantasías sobre el futuro que nunca se cumplen”. ¡¡¡Vaya Baldazo de agua fría!!! He estado pensando en ello por lo menos día por medio desde ese momento y lo recuerdo con rencor. No fue solo que me tumbaran el sueño del diario (sentía que no lo levantaba nadie) sino que de ahí en adelante las ideas de sueños futuros quedaban de alguna manera rechazados por la “frase de aliento” que me dijeron.
El error que cometí (tal como muchos niños) fue comentar mi sueño a un adulto.
(Me interrumpieron – Se perdió la inspiración)
martes, 26 de junio de 2007
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2 comentarios:
Escribes muy bien!!! genial!!! te felicito!!!
atte: Yo mismo =)
Este relato en especial me trae episodios de mi infancia, donde mi papá siempre tenía la tendencia de mandarme a callar por todo , pues siempre decía que como era niña decía cosas incoherentes..
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