El 24 de julio en la mañana al darme cuenta que una de las dos chicas con que hablaba en una conversación de tres personas me había mentido recordé que tengo en la mente algunas ideas sobre las mentiras. Son cosillas en mi mente que vienen rondando hace años, pero nunca tuve la oportunidad de escribirlo, quise hacerlo al momento que me enteré de la mentira, pero no tuve tiempo. Por eso decidí hacerlo en esta noche de ocio.
Desde niños nos dicen que las mentiras no se dicen, que es un pecado, que va contra la moral y las buenas costumbres, que si se dicen no habrán regalos en navidad porque el omnipresente y omnisciente se encarga de decirle a santa quienes son los niños que han pecado. Obviamente yo no escapé de esas advertencias y precauciones que más bien le ponen a uno dilemas muy complicados: ¿Ese es todo el cambio?, ¿Te lo comiste todo?, ¿Va bien la escuela?, ¿Le tienes miedo a Fulano?, ¿Estabas viendo películas pornográficas?, ¿Quién dejó esos platos en la sala?, ¿Tu hermano estaba “teniendo sexo” con tu prima? Situaciones muy incómodas, cierto?
Todas esas “barrabasadas” con las que nos llenan la cabeza tienen su influencia en nuestra personalidad. Se van formando esquemas mentales que te llevan a tomar decisiones en centésimas de segundo, y estos reaccionan de acuerdo a esta información, que si bien no es falsa del todo, no te da la oportunidad de pensar en ese instantes tan necesario si es mejor decir una mentirilla o morir con y por la verdad, porque “la verdad os hará libres”.
Yo tenía esquemas rígidos en cuanto a ello. No podía decir una mentira porque me sentía culpable, la conciencia no me dejaba tranquilo, así que iba donde el que fuere y le decía que había mentido. Así como lo leen, hasta muy entrada la adolescencia lo hice. Pero… de qué me sirvió en la formación de mi personalidad? Valía la pena? Se los resumiré un poco: UNA MIERRRDA!!!
Tantas oportunidades perdidas, tantas decepciones por personas que tu creías que no mentían. Entonces para qué nos enseñan algo que al final no vamos a utilizar? Nadie vive sin mentir, y si quieren intenten no decir una mentira en una semana a ver cómo les va. Le dirías toda la verdad a tu pareja? “Si mi amor, ese tipo me parece más atractivo que tu”, A tus padres? “Estaba con Fulano tirándome unos polvos en vez de ir a la escuela”, A tus profesores? “la verdad es que finjo prestarle atención porque usted me inspira lástima”, A tus amigos? “Si, llegaste en mal momento y seguro que todos aquí pensamos lo mismo”. Si lo hacen me avisan a ver qué tal.
Todo esto que parece el desahogo de una frustración (puede serlo) lo escribo con la intención de proponer algo. ¿Por qué en vez de enseñar a no decir mentiras, mejor enseñamos cuándo se debe mentir y cómo hacerlo mejor? Mucha gente vive de eso, y les va muy bien: políticos, abogados, actores, empresarios, artistas, y si, no lo voy a negar, a uno como psicólogo también le toca decir una que otra mentira. ¿Si en vez de enseñar a alguien a ser “correcto”, atándolo a la premisa de decir la verdad y nada más que la verdad, se le enseñara que una mentira puede salvarlo de muchos problemas, no estaríamos dándole mejores herramientas para el desarrollo de su vida social?. Es para pensarlo.
Cambiando el tema, sé que todos mentimos y que en ocasiones es incómodo decir la verdad u ocultarla. Para todos existen verdades que nos pueden cambiar la manera de pensar y de vivir la vida. ¿Qué será lo que alguien sabe, que nunca me ha querido decir por miedo a herirme? ¿Cómo reaccionaría esta persona si yo le contara esto que sé? Hay que reconocer que las mentiras nos protegen, como prueba de ello los mecanismos de defensa psicológicos propios del ser humano, como la negación o la racionalización. Ninguna mamá ve al hijo feo, el amor no te permite ver errores evidentes de tu pareja, ningún fanático del fútbol reconoce que el equipo local contrario es mejor que el que este sigue. Para la gran mayoría de la gente es muchísimo mejor creerse mentiras que vivir o por lo menos reconocer la cruda realidad.
Ahora estimada compañera de Internet, si te digo que me digas la verdad y solo la verdad sin importar cuán cruda esta sea, omitiendo mi defensa psicológica y recibiéndola tan fuerte como esta pueda ser, ¿por qué me mientes? Si tu no la resistes, no te digo las verdades que sé, pero a mi me puedes decir lo que te de la gana. Una amistad sin mentiras es algo idílico para mí, y como ya contigo no puede ser, buscaré a alguien que sí se atreva a experimentar, después de todo, las amistades por Internet van y vienen. Seguro encontraré a alguien. No te digo que nos dejemos de hablar, sería estúpido hacerlo, pero no creas que tendrás de mí toda la confianza del mundo.
2 comentarios:
Hola dejaste un comentario en el Blog de costennita, no entiendo porque no puedes opinar en mi blog todos cualquiera puede hacerlo no los temgo limitados ni nada de eso, la verdad no recuerdo haber escrito en tu blog debe ser porque no lo cheque mucho esta vez, a decir verdad paso por muchos blog me gustan solo los interesantes, no creo que el mio lo sea pero hago lo que puedo con el, un gusto en saludarte y si no puedes hablarme en mi blog, entra al de coste, yo leo ese blog todos los dias y simre opino
A mi tb me agrada como escribes!
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